Como predicción, es un buen slogan y podría representar la suma de nuestras aspiraciones... Pero, en realidad, sólo parece poner en evidencia los anacrónicos prejuicios que nos dominan, nos cohartan y nos mantienen engrilletados, girando en falso con la rueda de la evolución, tropezando sobre nosotros mismos.
El capitalismo no tiene más remedio que ser humano en tanto fue pensado, creado, y es puesto en marcha y practicado cotidianamente por humanos. No es una entidad en sí mismo y no existe sin nosotros.
En todo caso, la oportunidad que esta crisis nos brinda es la de crear un nuevo modelo de desarrollo humano en el que el capitalismo esté enmarcado en valores (no comercializables). Parece más apropiado llamarle capitalismo ético. Porque, reconozcámoslo, lo que nos condujo a esta crisis no fue el capitalismo en sí mismo, sino la falta de escrúpulos y el salvajismo con el que se lo disparó. En lugar de crear riqueza tangible y distribuible, al son de tambores de guerra y titilantes luces de colores, nuestro planeta fue convertido en un gran casino en el que los jugadores apostaban a pérdida, lo propio y lo ajeno. Engañados con el espejismo de una riqueza repetina, celebraron fastuosamente sintiéndose magnates e intentaron practicar la alquimia con sus tarjetas de crédito.
Pgaron la cuenta de VISA con la Mastercard.
La de Mastercard con la American Express.
La de American Express con la Diners... y así fueron pateando sus deudas para adelante, y adelante, y adelante... ¡Lo consiguieron! Nuestros tartaranietos todavía estarán ocupándose de los pagarés que les heredearemos.
Un capitalismo ético estaría concebido sobre principios como:
- Inclusión: el rol del sector productivo es crear valor económico, si al hacerlo empobrece a los vecinos, en lugar de crear riqueza, estamos construyendo y distribuyendo pobreza y destrucción.
- Mirada en el largo plazo: somos responsables por nosotros y, mucho más, por nuestros hijos, nietos, bisnietos, etc.;
- Solidaridad: que no es caridad, sino el reconocer al otro como un par, como un igual y aprender que juntos, somos más;
- Responsabilidad: porque cada uno tiene un rol irrenunciable en la sociedad y porque cada uno debe hacerse cargo de las consecuencias de sus acciones;
- Integridad: porque si nuestros principios éticos sólo son una capa que vestimos durante la bonanza, entonces no tienen valor alguno.
- Respeto por la ley; la vigencia del estado de derecho depende de todos y cada uno de nosotros;
- ¿Respeto por el medio ambiente: que no significa no tocarlo, sino interactuar con él responsablemente;
- Creatividad e innovación; para estar preparados para los desafíos de ahora y del futuro;
- Democracia: porque el poder no es el privilegio de unos pocos sino que reside en todos y cada uno de los ciudadanos, absolutamente todos.
- Estado de derecho: parafraseando al abogado Oscar Vilhena: no puede haber privilegiados, demonizados ni excluídos.
Ya se habrán dado cuenta de que no soy economista, con lo cual mi perspectiva sobre el tema puede ser excesivamente simplista. Pero creo que uno de los principales errores que hemos cometido es confundir riqueza con dinero. ¡Y son bien diferentes!!
El dinero en si mismo no representa más riqueza que el valor del papel y las tintas. Si utilizamos la definición popular de Wikipedia, "el dinero es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes (mercancías), servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas)". La riqueza serían esos bienes y servicios, lo que hoy han dado en llamar, al parecer, la "economía real".Al igual que me resulta difícil "humanizar" la economía, también me cuesta distinguir entre una economía real y otra que no lo es. La experiencia (y el sentido común) ya debería habernos mostrado que no se puede distribuir riqueza sin antes producirla. Y los billetes sólo tienen un valor tangible atractivo cuando representan esa riqueza creada realmente. De lo contrario son sólo papelitos de colores para jugar a "El Estanciero".
Encuanto a la oportunidad que menciona Rubens Ricupero, parece que tenemos una muy grande y fascinante mordiéndonos la punta de la nariz. Da la impresión de que el principal desafío que tenemos por delante para impulsar este "capitalismo ético", es cómo rompemos con las cadenas ideológicas del pasado, que no sólo están perimidas sino que han demostrado con creces que no aplican al entorno de hoy y mucho menos al del futuro que deberíamos tener en la mira.¿Y si hiciéramos algo verdaderamente peligroso y, tomando las virtudes de uno y otro sistema (y desechando las fallas), estrenáramos un modelo nuevo, diseñado a la medida del presente y el futuro que queremos construir? ¿Será tan, pero tan difícil?
* Dibujo: La superioridad del capitalismo, por Santiago Jiribilla)
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